La escritura por venir

Ensayos sobre arte y literatura en los siglos XX y XXI

La escritura por venir, de Sandra Santana, publicado por Pregunta Ediciones, presenta una serie de ensayos sobre arte en los siglos XX y XXI que siguen la estela de algunos de los interrogantes que plantea “el libro por venir” que Blanchot escribió a partir de las reflexiones de Mallarmé. La propuesta de Santana está estructurada en 11 capítulos, un prólogo a cargo de Túa Blesa y una selección de imágenes que ilustran algunos de los trechos.

“Sandra Santana reflexiona sobre el porvenir de la escritura, la expansión de la literatura a otros medios y formatos, la evolución de la palabra como herramienta de comunicación y su hibridación con la imagen”.

En la introducción a Ensayos sobre arte y escritura, José Luis Castillejo, autor estudiado por Santana, afirma que “la pintura moderna ha sido el arte que impuso su estilo al siglo XX […] la pintura fue el ‘arte piloto’ de la modernidad” (p.25). En la misma línea, la autora convoca a una serie de artistas y escritores para articular un discurso que va desde Stéphane Mallarmé a Kenneth Goldsmith pasando por Maurice BlanchotRoland BarthesJosé Luis CastillejoMarcel BroodthaersVito AcconciIsidoro Valcárcel Medina o José-Miguel Ullán, entre otros. El punto de partida es el desafío lingüístico, estético y filosófico con el que Mallarmé cuestionó los límites del lenguaje, de la representación y de la autoría. Santana teje una serie de ensayos en los que da cuenta de las respuestas teóricas y artísticas tanto a los interrogantes expuestos por el poeta francés como a nuevas indagaciones sobre la escritura que surgen a partir del arte contemporáneo:

Robert Morris, Card File

“Frente a los libros del pasado, irrumpe el concepto (nunca plenamente realizado) de un libro nuevo, abierto al cambio y a modificaciones infinitas. Este sueño, que rondaba las mentes de numerosos artistas y pensadores, acabó penetrando en nuestra cultura de la mano de un modelo tecnológico que la transformó profundamente” (p. 19).

“Tal vez el ‘libro por venir’ permanezca, por su naturaleza intrínseca, siempre pendiente de elaboración: entre la posibilidad pura del espacio en blanco (sea éste de papel o digital) y la tirada de dados de los caracteres (impreso o en formato electrónico): ‘siendo el libro algo del pasado. La modernidad vendría aquí de los blancos en gran número y bien dispuestos y del empleo exclusivo del carácter negro’” (p.62).

Destacan del libro los excelentes análisis de obras de arte que tematizan la escritura o que la toman como objeto de indagación y de obras que influyeron en la conceptualización de la escritura, el lenguaje, la obra o la autoría. En este sentido, es remarcable el estudio de la obra fílmica de Marcel Broodthaers o la lectura de Robbe-Grillet bajo la luz de la sensibilidad minimalista: “en torno a 1966 la sensibilidad minimalista se había convertido en el rostro de la década y que, para entonces, las referencias a Barthes y Robbe-Grillet eran ya un santo y seña para los entendidos […] la obra de arte pasa a ser considerada como construcción vacía, como texto sin autor, o como objeto mudo ‘cuya única causa es su nombre, cuya única identidad es su forma’. Así, puede decirse que la teoría estructuralista se recibe en el semillero de una actitud estética que a finales de los 60 era ya muy popular en ciertos sectores intelectuales y que llamaba a comprometerse más con los aspectos formales que con el contenido de las obras, ofreciendo el sueño de un arte inocente y sin lastres ideológicos que prometía una infinita significación a disposición de espectadores y lectores” (p. 149-153).

El último capítulo, “Palabra por palabra: prácticas de escritura conceptual en el siglo XXI”, Santana escribe sobre el movimiento estadounidense conocido como “conceptual Writing” y, por tanto, de Kennet Goldsmith, para quien, “si no estás haciendo arte con la intención de copiarlo, no estás haciendo arte en el siglo XXI”. El plagio, el apropiacionismo son explicados, a la luz de la escritura conceptual, “como el reflejo de una experiencia contemporánea de inmersión en las inagotables fuentes de datos con las que convivimos y que debemos aprender a procesar” (p. 188).    

Termino está breve reseña un tanto fragmentada del libro de Santana enlazando por un lado con el blog que fue el motor poiético de alguno de los textos del libro y con un trecho del último capítulo que resume muy bien la propuesta de la autora:

“La riqueza de autores que han experimentado y llevado al límite la escritura, tanto desde la literatura como desde el arte, es sin duda fascinante, y es imprescindible atender a esta tradición que muchas veces, por inercias de la propia academia o del mercado, sigue quedando marginada y que ha de construir, sobre todo para la poesía (el género que más arriesga con el lenguaje), una fuente de inspiración constante” (p. 197).

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