Diez textos para pensar la relación entre literatura y pensamiento (II)

Breve bibliografía comentada de filósofos/poetas contemporáneos | Diez textos para pensar la relación entre literatura y pensamiento (parte I)

Con la segunda parte de esta selección de lecturas, presento una breve bibliografía comentada para aquellos lectores que quieran pensar la relación entre literatura y filosofía. Las obras pertenecen a aquel período de difícil clasificación que es la posmodernidad, o contemporaneidad (para los detractores de lo posmoderno). Como dije en el post anterior, toda selección es parcial. Hay muchos textos a comentar y posiblemente se puedan pensar otros textos que serían tanto o más pertinentes que la opción propuesta. No pretendo ser exhaustivo ni categórico sino ofrecer una guía de títulos subjetiva. El orden de los textos es cronológico y se puede apreciar el tránsito entre temas a lo largo de los diferentes momentos históricos y estéticos.

Jacques Lacan, “Lituraterra” (1971)

‘Lituraterre’ constituye un punto de inflexión en la relación entre psicoanálisis y literatura. El ensayo fue escrito por Jacques Lacan posiblemente a principios de mayo de 1971, junto a la séptima sesión (celebrada el 12 de mayo de 1971) de su seminario en curso que se publicó en 2007 como Le Séminaire. Livre XVIII. D’un discours qui ne serait pas di semblant (De un discurso que no fuera del semblante). En el texto Lacan trata temas como la condición litoral de la letra, un discurso que no sea del semblante, la relación sexual imposible de escribir, etc. Se trata de un texto complejo y hermético, como todos los textos de Lacan. El ensayo está repleto de referencias a Joyce, Poe, la cultura japonesa, etc.

“¿Es acaso posible del litoral constituir tal discurso que se caracteriza por no emitirse de lo semblante [la apariencia]? Allí está la pregunta que se propone sólo de la literatura dicha de vanguardia, la cual está ella misma hecha de litoral: y entonces no se sostiene de lo semblante [de la apariencia], pero por eso no prueba nada sino la rotura [fractura], que sólo un discurso puede producir, con efecto de producción”.

Para Lacan, la literatura de vanguardia se acerca a una forma de discurso que no fuera del semblante porque, al estar hecha del litoral en vez de lo literal, se sostiene por los agujeros en el semblante. Al crear agujeros en el significado y así evitando el sentido, dirige la atención del lector a la materialidad de la letra y sus sonidos, por un lado, y al límite del significado y el vacío imposible más allá de él como lugar del goce, por otro lado.

Jacques Derrida, Márgenes de la filosofia (1972)

La desconstrucción como estrategia de lectura busca el desliz o deslizamiento textual más allá del significado literal. Aquí se encuentran paralelismos con Lacan, ya que Derrida propone atender al margen del texto, a la periferia del texto, los lugares que podrían escapar al control logocentrista. En Márgenes de la Filosofía, Derrida abordará la condición textual de la filosofía, los límites de la interpretación, del sentido, etc. Destacamos el capítulo dedicado a Paul Valéry, en el que llamará, como el autor de La Joven Parca, a considerar el texto filosófico como un género textual: “estudiar el texto filosófico en su estructura formal, en su organización retórica, en la especificidad y la diversidad de sus tipos textuales, en sus modelos de exposición y de producción —más allá de lo que se llamaba en otros tiempos los géneros—, en el espacio también de sus puestas en escena y en una sintaxis que no sea solamente la articulación de sus significados, de sus referencias al ser o a la verdad, sino la disposición de sus procedimientos y todo lo que se coloca en él. En breve, considerar también la filosofía como «un género literario particular», que bebe de la reserva de una lengua, que dispone, fuerza o aparta un conjunto de recursos trópicos más viejos que la filosofía”.

Barbara Johnson, La Carta Robada: Poe, Lacan, Derrida (1977)

Excelente texto de la profesora americana Barbara Johnson que pone en paralelo textos de Poe, Lacan y Derrida que hacen banda entre ellos: “Un texto literario que se analiza a sí mismo y muestra que en realidad no tiene ni un sí mismo ni ningún metalenguaje neutral con el que hacer el análisis, reclama irresistiblemente el análisis. Y cuando esa llamada es respondida por dos eminentes pensadores franceses cuyas lecturas emiten una llamada al análisis igualmente paradójica, el tríptico resultante, en el contexto del acto-de-leer (literatura), sitúa a su lector potencial en una posición vertiginosamente insegura. Los tres textos en cuestión son el cuento de Edgar A. Poe «La carta robada», el «Seminario» de Jacques Lacan sobre «La carta robada» y la lectura de Jacques Derrida de la lectura de Lacan sobre Poe, «El cartero de la verdad» [Le Facteur de la Verite]. En los tres textos, es el acto de análisis el que parece ocupar el centro del escenario discursivo, y el acto de análisis del acto de análisis el que de algún modo trastorna esa centralidad. En la estructura asimétrica, abismal, resultante, ningún análisis -incluido éste- puede intervenir sin transformar y repetir otros elementos de la secuencia, que por tanto no es una secuencia estable, pero que, sin embargo, produce ciertos efectos regulares. Es el funcionamiento de esta regularidad, y la estructura de estos efectos, lo que proporcionará la base para el presente estudio”.

Berel Lang, Philosophy and the Art of Writing (1983)

“Una poética del discurso filosófico es posible”, afirma Berel Lang en Philosophy and the Art of Writing (1983), publicado por Bucknell University Press. No solo es posible, según Lang, sino también es necesario. El autor intentará demostrar tres tesis relacionadas: primero, el discurso filosófico es tanto una forma de conocer como una forma de hacer; segundo, el proceso de producción del artefacto textual es una praxis; y, finalmente, el artefacto del discurso literario (y también filosófico) tiene como condición de inteligibilidad un personaje, o voz, o narrador, que articula la escritura. En términos generales, la obra de Lang ofrece un gran marco para pensar la relación entre literatura y pensamiento en lo que respecta a la escritura filosófica. En este caso, al estudiar cuál es la arquitectura del texto filosófico. Los esfuerzos están dirigidos a crear una teoría de los géneros y tropos filosóficos y a poner en paralelo la praxis y la poiesis filosófica y artística. En este sentido, equiparar la forma de validación del arte con la de la filosofía puede ayudar a problematizar y comprender las discrepancias dentro de una obra y entre diferentes obras. En otras palabras, del mismo modo que para comprender y valorar una obra de arte (sobre todo contemporánea) debemos insertarla en el contexto discursivo del autor, la obra filosófica sólo puede ser evaluada si se contextualiza en el discurso que le da origen, no de acuerdo con criterios de verdad o falsedad.

Gilles Deleuze & Félix Guattari, ¿Qué es la filosofía? (1991)

La fuerte relación que hay entre filosofía y literatura en la obra de Deleuze & Guattari pude enfrentarse desde diferentes abordajes: desde su concepción de la escritura como resto clínico capaz de diagnosticar las fuerzas que silencian y alienan la vida, desde la articulación entre diferencia y repetición; desde los escritos sobre la obra de Kafka, etc. La escritura, como acto creativo, produce espacios no definidos entre la escritura filosófica y la escritura literaria. En ¿Qué es la filosofía?, Deleuze & Guattari entenderán la filosofía como la actividad que crea conceptos y que entra en resonancia con la ciencia y con el arte en diferentes planos de inmanencia: “Lo que define el pensamiento, las tres grandes formas del pensamiento, el arte, la ciencia y la filosofía, es afrontar siempre el caos, establecer un plano, trazar un plano sobre el caos. Pero la filosofía pretende salvar lo infinito dándole consistencia: traza un plano de inmanencia, que lleva a lo infinito acontecimientos o conceptos consistentes, por efecto de la acción de personajes conceptuales. La ciencia, por el contrario, renuncia a lo infinito para conquistar la referencia: establece un plano de coordenadas únicamente indefinidas, que define cada vez unos estados de cosas, unas funciones o unas proposiciones referenciales, por efecto de la acción de unos observadores parciales. El arte se propone crear un finito que devuelva lo infinito: traza un plano de composición, que a su vez es portador de los monumentos o de las sensaciones compuestas, por efecto de unas figuras estéticas […]. La filosofía hace surgir acontecimientos con sus conceptos, el arte erige monumentos con sus sensaciones, la ciencia construye estados de cosas con sus funciones. Una tupida red de correspondencias puede establecerse entre los planos. Pero la red tiene sus puntos culminantes allí donde la propia sensación se vuelve sensación de concepto o de función, el concepto, concepto de función o de sensación, y la función, función de sensación o de concepto. Y uno de los elementos no surge sin que el otro pueda estar todavía por llegar, todavía indeterminado o desconocido. Cada elemento creado en un plano exige otros elementos heterogéneos, que todavía están por crear en los otros planos: el pensamiento como heterogénesis. Bien es verdad que estos puntos culminantes comportan dos peligros extremos: o bien retrotraernos a la opinión de la cual pretendíamos escapar, o bien precipitarnos en el caos que pretendíamos afrontar”.

Alain Badiou, Pequeño Manual de Inestética (1998)

En Pequeño manual de inestética, Alan Badiou, inspirado en la poética de Fernando Pessoa, Beckett, Celan y Mallarmé entre otros, busca alternativas entre la filosofía platónica y la anti-platónica procurando un pensamiento de lo múltiple, del vacío, del infinito, capaz de enfrentar la falta de totalidad que le es dada a las formas tal y como denunció Lukács.  El misterio es que la verdad poética deje en su centro lo que ella no tiene el poder de hacer emerger. Todo régimen de verdad se basa en lo innominable propio de lo real: “Por “inestética” entiendo una relación de la filosofía con el arte que, al postular que el arte es de por sí productor de verdades, no pretende de ninguna manera convertirlo en un objeto para la filosofía. Contra la especulación estética, la inestética describe los efectos estrictamente intrafilosóficos que produce la existencia independiente de algunas obras de arte”. No se trata con Badiou de pensar el poema o aplicar categorías filosóficas a una obra de arte, sino pensar con el poema o con la obra de arte.

Kenneth Goldsmith, Uncreative Writing (2011)

En Uncreative Writing Kenneth Goldsmith trata como la tecnología de finales del siglo XX y principios del XXI como el procesamiento de textos, la programación, el big data, etc. condicionan la escritura. Internet y el entorno digital presentan a los escritores nuevos desafíos y oportunidades para repensar la creatividad, la autoría y su relación con el lenguaje. Enfrentados a una cantidad sin precedentes de textos y lenguaje, los escritores tienen la oportunidad de ir más allá de la creación de nuevos textos y gestionar, analizar, apropiarse y reconstruir los que ya existen. Goldsmith une este trabajo reciente a prácticas que se remontan a principios del siglo XX. Escritores y artistas como Walter Benjamin, Gertrude Stein, James Joyce y Andy Warhol encarnaron un ethos en el que la construcción o concepción de un texto era tan importante como el propio texto resultante. Al extender esta tradición al ámbito digital, la escritura no creativa ofrece nuevas formas de pensar sobre la identidad y la creación de significado.

“The literary critic Marjorie Perloff has recently begun using the term unoriginal genius to describe this tendency emerging in literature. Her idea is that, because of changes brought on by technology and the Internet, our notion of genius—a romantic isolated figure—is outdated. An updated notion of genius would have to center around one’s mastery of information and its dissemination. Perloff has coined a term, moving information, to signify both the act of pushing language around as well as the act of being emotionally moved by that process. She posits that today’s writer resembles more a programmer than a tortured genius, brilliantly conceptualizing, constructing, executing, and maintaining a writing machine. […] Perloff’s notion of unoriginal genius should not be seen merely as a theoretical conceit but rather as a realized writing practice, one that dates back to the early part of the twentieth century, embodying an ethos where the construction or conception of a text is as important as what the text says or does: Think, for example, of the collated, note-taking practice of Walter Benjamin’s Arcades Project or the mathematically driven constraint-based works by the Oulipo. Today, technology has exacerbated these mechanistic tendencies in writing (there are, for instance, several Web-based versions of Raymond Queneau’s 1961 laboriously hand-constructed Hundred Thousand Billion Poems), inciting younger writers to take their cues from the workings of technology and the Web as ways of constructing literature. As a result, writers are exploring ways of writing that have been thought, traditionally, to be outside the scope of literary practice: word processing, databasing, recycling, appropriation, intentional plagiarism, identity ciphering, and intensive programming, to name but a few ”.

George Steiner, La poesía del pensamiento (2012)

En La poesía del pensamiento, Steiner analiza cronológicamente dos mil años de cultura occidental bajo el corte de la relación literatura y filosofía. Del helenismo hasta Celan, Steiner afirmará que la literatura y la filosofía son productos del lenguaje en una lectura crítica con las nuevas tecnologías: “Inalterablemente, ésta es la base ontológica y sustantiva común. El pensamiento en poesía, la poética del pensamiento son hechos de gramática, de lenguaje en movimiento. Sus medios y sus límites son los del estilo. Lo inefable, en el sentido directo de esa palabra, circunscribe a los dos. La poesía aspira a reinventar el lenguaje, a hacerlo nuevo. La filosofía se esfuerza por hacer el lenguaje rigurosamente transparente, por purgarlo de ambigüedad y confusión. En ocasiones se esfuerza por trascender totalmente las limitaciones léxicas y sintácticas y las atrofias heredadas recurriendo a la lógica formal y a unos algoritmos metamatemáticos, como hace Frege. Pero es el discurso humano el que sigue siendo la matriz total. Ilustra esto de manera soberbia el Zibaldone de Leopardi. Para él no había poesía válida sin filosofía. El acceso generativo a ambas era una filología apasionada. Leopardi examina unidades léxicas, ordenaciones gramaticales y aplicaciones pragmáticas con una erudición a menudo microscópica. Dios, lo que es decir la maravilla del significado comunicable, está en el detalle lingüístico. Al igual que para el cabalista cuando deriva de la letra suelta el mismo fluir y la magia de la creación. Las letras están escritas en un fuego primario. De su incandescencia han venido toda la filosofía, toda la poesía y la paradoja de la armonía autónoma de ambas”.  

Jacques Rancière, El hilo perdido (2013)

Jacques Rancière identificó la existencia, en Occidente, de tres regímenes en la producción de las artes: un régimen ético, basado en la filosofía platónica; un régimen representativo, guiado por la poética aristotélica; y, finalmente, un tercer régimen, el estético, que es propiamente moderno, y cuyo origen está en el cuestionamiento y subversión de las poéticas representativas. En El hilo perdido, Rancière, en tres capítulos, identifica mecanismos y signos específicos que delimitan una serie de obras de la modernidad. El teórico francés también estudia la decadencia del régimen representativo, centrado en el modelo orgánico aristotélico:

“Allí no hay ningún libro”, decía, en 1869, un crítico de la Educación Sentimental. Las ficciones emblemáticas de la modernidad literaria destruyen lo que fue el principio mismo de la ficción desde Aristóteles: el encadenamiento de las acciones según la necesidad o la verosimilitud. Pero esta misma racionalidad causal, que se oponía a la simple sucesión de las cosas, expresaba la excelencia del modo de vida de una categoría privilegiada de humanos. Rechazando esta estructura de racionalidad, la nueva ficción fue testimonio de un cambio radical que subvirtió la jerarquía de las formas de vida. Pero también rechazó un modelo de acción y una imagen de pensamiento. A través de Flaubert, Conrad, Virginia Woolf, Keats, Baudelaire y Büchner, este libro estudia las formas y paradojas de esta revolución en la escritura, que es también una revolución en el pensamiento, y vuelve a cuestionar algunas interpretaciones de la modernidad literaria, como la cosificación de Lukács, el efecto de realidad de Barthes o el análisis de Benjamin sobre el “poeta lírico en el apogeo del capitalismo”.

Mario Montalbetti, El pensamiento del poema (2019-2020)

El poeta y profesor Mario Montalbeti, en El Pensamiento del poema, entre el ensayo y la creación poética, erigirá un tratado sobre lo poético que se entiende como variaciones o lecturas a la obra de Alan Badiou:

“El poema piensa parece un vehículo que ingresa a contramano en una calle de sentido único. A los lados de la vía, la gente le increpa que la dirección es otra y vocifera: el poema siente, el poema hace imágenes, el poema simboliza. Tal vez lo haga (sentir, imaginar, simbolizar), pero aquí me interesa seguirle la pista al vehículo que ingresa en contra del tráfico autorizado, al poema que piensa. Como objeto teórico dicho vehículo fue construido en los talleres de Alain Badiou en 1988. El taller todavía existe y se llama El ser y el acontecimiento. Desde entonces, Alain Badiou ha reflexionado consistentemente sobre ese vehículo, sobre sus mecanismos y sus movimientos, y lo ha perfeccionado y simplificado en otros “talleres”. La idea a la que ha arribado es la siguiente:

El poema es una forma de pensamiento.

Mi intención aquí es elaborar una serie de variaciones sobre esa idea de Badiou. No quiero (o tal vez mejor, no creo estar en condiciones de) reconstruir su teoría poética ni mucho menos inquirir en las posibles relaciones entre las verdades generadas por el poema y el sistema filosófico (composible) propuesto por Badiou. Más bien, me limitaré a especular más o menos libremente a partir del tema central y algunas ideas que lo sostienen. Naturalmente, una vez que afirmamos que el poema piensa las primeras preguntas que emergen son ¿qué piensa? y ¿cómo lo hace? Tratar de responder esas preguntas constituye el meollo de este libro”.

Respostas de 2 a “Diez textos para pensar la relación entre literatura y pensamiento (II)”

  1. D. Giménez, não há muito a comentar, que seja além de parabenizar a ti pelo excelente ato de garimpar textos riquíssimos e por essa proposta de contributo para quem quer elevar o ato de pensar. Não deixa de ser um belo guia. Tenho acompanhado o seu trabalho e projetos desde 2011, tanto em Portugal quanto no Brasil (SC) e as propostas merecem reconhecimento devido. Bem haja essa salutar missão!

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    • Cara Cláudia, muito obrigado pelas generosas palavras, fico feliz de que o texto seja de utilidade 🙂 O site está aberto a contribuições, se anima a escrever?

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